Ojos ciegos, Mente loca –

Puede que recuerde cosas, pero han pasado hace mucho tiempo. Puede que recuerde el color, pero de a poco se pierde en la inmensidad del negro. Pequeñas chispas estallan continuamente en mi cerebro, pierdo la cordura, me es difícil identificar las cosas verdaderas de falsas. Ya casi no salgo de casa, dentro tengo todo lo que necesito. Mi casa es pequeña. Mi casa. Mi hermosa y caliente casa. La construimos juntos, es nuestra creación.

Heiser, ella es tan hermosa. Como una rosa en el invierno mas blanco, ella sigue deslumbrando. Es mi guía. Siempre esta sentada en su sillón, a mi lado. Toca el piano todas las mañanas. Le gusta hacerme reír. Me habla, de cosas que a veces no llego a comprender. Pero con solo oír el dulce sonido de su voz me basta. Ella me cocina, me prepara te, me ayuda a levantarme y me recuerda que debo vivir. A veces desaparece, lo se. Por que cuando le hablo ella no responde. Luego vuelve a aparecer, es uno de sus pasatiempos. Irse a quien sabe donde y luego volver. A veces le pregunto si puedo ir con ella a QuienSabeDonde, pero nunca me lo permite.

-Mañana…

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Ella esta vieja, igual yo, igual que la casa. Nos desmoronamos de a poco. Nos llenamos de telarañas y de grietas imposibles de remendar. Pero estamos juntos. No tengo noción del tiempo. Solo el ruidito de los segundos pasando que sale de mi chaleco, mi reloj de bolsillo. Cambia de forma continuamente, cuadrado, circular, ovalado. En ocasiones hasta se convierte en un cubo.

Todavía tengo mis antiguos lentes, es una costumbre. Recuerdo que mi madre me gritaba cuando no los usaba.  No se si tengo los ojos abiertos o cerrados, no me doy cuenta cuando duermo y cuando despierto. Heiser siempre quiere que le hable. Se asusta si nota que no respondo, ella no quiere que yo me valla. Pero los dos sabemos que los segundos de mi reloj, no  duraran por siempre.

-Mañana el café caera …

Un día inesperado suena el timbre. Una gran sonrisa se dibujo en mi rostro, hace mucho tiempo que nadie venia. Probablemente el jardín tenga muchas heces de paloma y no puedan pasar, malditas palomas. Busque mi bastón que se encontraba apoyado sobre la pared. Ella siempre era la que abria la puerta, recuerdo bien donde se encuentra, así que esta ves iré yo.

Me levante con esfuerzo, casi creí que desheredaba algunas telarañas que habían quedado sobre mi vejes. Tantie la pared, y tome el picaporte, la puerta siempre estaba abierta. Heiser intento detenerme.

-Mañana el café caera, dentro de la botella de miel…

-¿Que pasa? A tocado alguien.

eutanasia-No… No, nadie toco.-Su voz era frágil esta mañana.

-¡Ridiculeses! – Le grite, me apoye en el bastón y la abrí.

Aun no se por que pensé que al abrirse la puerta encontraría buenas noticias.

-¿Frank Ghirenn?- Su vos era suave y femenina.

-¿Si?, pasen – mis movimientos eran nerviosos, me dolía mucho a espalda.- ¡Heiser! ¡Prepara algo para los invitados!

-No, señor. – Esta vez era la vos de un hombre la que hablaba.

Sintió que alguien le tomaba la mano. -Somos del psiquiátrico Northwest, tenemos que llevarlo con nosotros.

-¡Tonterias! ¡Estoy bien!. he, tengo té en la alacena. ¡Heiser, ven!  Pueden pasar.- Los invite, pero no hubo respuesta positiva. De golpe una persona detrás de mi me sienta en una silla de ruedas. – No, por favor, ¡tengo te! ¡Heiser!

Empezaron a arrastrarme hacia afuera.

-Mañana el café caera, dentro de la botella de miel. El té se enfriara…

-¡Heiser! ¡No! ¡Heiser! ¡Por favor! – Mis manos daban manotazos por todos lados, trate de levantarme pero fue un esfuerzo inútil. –  ¡Mi casa! ¡Por favor! ¡¡Heiser!! – Grite a todo pulmón, nadie parecía notarlo.

Me subieron a un auto y la mujer poso su mano en mi rodilla.

-Lo siento señor.- Era el hombre- Su esposa,  Heiser Medleier ha muerto hace tres años.

-¡Eso no es cierto! ¡Mentiras!

-Ella trato de asesinarlo señor. En el accidente, usted perdió la vista. ¿Recuerda?

Ella era muy fuerte. Todos estos años encerrado, tratando de mantenerla abierta. La puerta de la verdad y la cordura. Me rendi a los pies de la locura. Mi mente se nubló, mis pensaminetos no fueron más que garabatos.

-Heis… Jeje  ¡¿Heiser?! ¿Qu, quien? Jejjieje…

-Mañana el café caera, dentro de la botella de miel. El té se enfriara, y Heiser se enojara… ¡Divertido! Jijijiji.

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Nunca escribi algo parecido a esto, aclaro que no es que Heiser era un fantasma ni nada por el estilo. Todo era parte de la enfermedad de Frank. Espero que les halla gustado.

 

 

 

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